El desarrollo urbano sostenible, clave para las ciudades que reciben víctimas de desplazamiento forzado

El informe del Banco Mundial exige la adopción de un enfoque de desarrollo urbano sostenible e integrado a largo plazo para que las ciudades puedan ganar en resiliencia ante la llegada de víctimas de desplazamiento forzado.

La mayoría de personas que sufren desplazamiento forzado de sus lugares de orígenes no viven en campamentos, sino que residen en poblados y ciudades, concretamente el 60% en todo el mundo, un porcentaje que se eleva hasta el 80-90% en Oriente Medio y Norte de África. Así lo indica un informe publicado por el Banco Mundial que exige, ante la crisis urbana que genera la llegada de personas, adoptar un enfoque integrado humanitario y de desarrollo de los pueblos y ciudades que acogen a poblaciones desplazadas para garantizar un crecimiento urbano sostenible y mejores servicios a todos los residentes.

El informe del Banco Mundial exige la adopción de un enfoque de desarrollo urbano sostenible e integrado a largo plazo para que las ciudades puedan ganar en resiliencia ante la llegada de víctimas de desplazamiento forzado.

El informe titulado Ciudades de refugio en Oriente Medio: un enfoque urbano para el desafío del desplazamiento forzado (Cities of Refuge in the Middle East: Bringing an Urban Lens to the Forced Displacement Challenge, título original) señala que, solamente en 2016, hubo aproximadamente 65,6 millones de víctimas de desplazamiento forzado en todo el mundo, de las cuales alrededor de un tercio vivían en la región de Oriente Medio y Norte de África. Por cada refugiado desplazado en esa región, hay casi cinco personas desplazadas internamente. Las cifras siguen aumentando, particularmente la región citada, a raíz de las olas de disturbios y conflictos.

Reto para la resiliencia de las ciudades

“La realidad en Oriente Medio es que las víctimas de desplazamiento forzado son, en efecto, residentes urbanos en ciudades que tienen dificultades para atender las necesidades de los pobres y los grupos vulnerables”, declaró Ede Ijjasz-Vasquez, director de Prácticas Mundiales de Desarrollo Social, Urbano y Rural y Resiliencia del Banco Mundial, durante la presentación del informe en el último Foro Urbano Mundial. “Dado que las personas desplazadas ya no residen en campamentos en zonas aisladas y, de hecho, forman parte de las poblaciones urbanas existentes, los programas tradicionales que se destinan a refugiados o personas desplazadas internamente ya no son suficientes”.

La llegada repentina y rápida de grandes poblaciones agrava las dificultades que ya afronta la región altamente urbanizada de Oriente Medio, pues genera hacinamiento en los asentamientos informales y aumenta la demanda de servicios urbanos, tierra, empleos y vivienda.

Desarrollo urbano sostenible a largo plazo

“Aunque abordar el desplazamiento forzado en las ciudades es un desafío relativamente nuevo, podemos extraer muchas enseñanzas de los enfoques de desarrollo urbano que han resultado eficaces, adaptándolos a cada situación», señaló Sameh Wahba, director de Desarrollo Urbano, Desarrollo Territorial y Gestión del Riesgo de Desastres del Banco Mundial, «la inversión en servicios urbanos, la promoción de la cohesión social y la creación de comunidades e instituciones resilientes son fundamentales para responder de manera eficaz a las crisis prolongadas”, señaló Sameh Wahba, director de Desarrollo Urbano, Desarrollo Territorial y Gestión del Riesgo de Desastres del Banco Mundial.

Dado que la crisis de refugiados en Oriente Medio se está prolongando, en el informe se señala la necesidad de un esfuerzo concertado de las comunidades, las autoridades locales, el Gobierno nacional y la comunidad internacional para aplicar un marco de desarrollo urbano al analizar el desplazamiento forzado desde una perspectiva urbana. Asimismo, la magnitud y la naturaleza del desafío exigen que los Gobiernos y la comunidad internacional movilicen recursos adicionales.

“Un enfoque de desarrollo urbano para abordar el desplazamiento forzado urbano, además de reducir las vulnerabilidades de las personas desplazadas, permite mitigar los impactos en las comunidades de acogida. Respaldar de este modo a la comunidad en su conjunto puede ayudar a configurar el diálogo general sobre políticas”, señaló Axel Baeumler, economista superior especializado en infraestructura del Banco Mundial y coautor del informe.

 
 
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