Nano estructuras comestibles podrían ser la solución limpia al almacenamiento de hidrógeno para vehículos.

Utilizando azúcar, sal y alcohol, un equipo de científicos de la Universidad Northwestern, en Illinois, EE.UU., ha desarrollado nuevas nanoestructuras comestibles que podrían ser utilizadas para almacenar gases como el hidrógeno para propulsar vehículos, y también dióxido de carbono.

Existen unos cristales porosos llamados marcos metal-orgánicos (MOFs, Metal-Organic Frameworks), que por lo general contienen ingredientes derivados del petróleo y que pueden absorber y comprimir gases en espacios muy pequeños. Sin embargo, los MOFs desarrollados por este equipo de Illinois son comestibles, dado que todos sus materiales son no tóxicos, biorenovables y disponibles en gran cantidad, lo que supone un paso importante en el almacenamiento ecológico de hidrógeno.

Ciertamente, el azúcar empleado por los científicos no es el refinado que se puede adquirir en cualquier supermercado, sino que se trata de gamma-ciclodextrina, un aditivo alimentario con ocho unidades de D-glucosa y producido a partir de harina de maíz biorenovable. Las sales pueden ser potasio clorhídrico, un sustituto de la sal común, o benzoato de potasio, y el alcohol es etanol.

Con estos ingredientes, los investigadores han creado nuevas arquitecturas moleculares basadas en gamma-ciclodextrina, dando como resultado cristales que al ser examinados por rayos X mostraban que habían creado MOFs, algo muy poco común utilizando productos naturales.

 
 
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