Durante años, las grandes ciudades europeas han sido el símbolo del dinamismo emprendedor y tecnológico. Berlín, París, Estocolmo o Barcelona concentran la mayoría de las startups, los centros de investigación y las inversiones privadas, sin embargo, un reciente informe del Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea ofrece una imagen diferente y reveladora: el campo europeo también innova, crece y compite. Las regiones rurales empiezan a mostrar una vitalidad económica que trasciende el ámbito agrícola y se adentra en industrias de alto valor añadido.
Este estudio, titulado ‘Europe’s rural regions that bridge the innovation gap’, demuestra que, aunque el desequilibrio entre zonas urbanas y rurales sigue siendo importante, cada vez son más los territorios rurales que destacan por su capacidad de crear empresas, generar empleo y fomentar la innovación. Estas regiones están aprovechando sus propios recursos y particularidades para impulsar un modelo de crecimiento basado en el conocimiento y la sostenibilidad.
Un campo que innova más allá del sector agroalimentario
Si bien es lógico que las zonas rurales mantengan una ventaja comparativa en el sector agroalimentario, los datos del informe muestran una realidad mucho más diversa. Cada vez más startups rurales trabajan en sectores como el transporte, la energía o las industrias tecnológicas más avanzadas, entre ellas la robótica o los semiconductores. Más del 11% de todas las startups europeas de robótica tienen su sede en regiones rurales. Este dato no solo desafía los estereotipos tradicionales sobre el medio rural, sino que demuestra que la innovación tecnológica puede florecer lejos de los grandes núcleos urbanos.
Ejemplos como los de Val-d’Oise en Francia, Alb-Donau-Kreis en el estado alemán de Baden-Württemberg o la provincia italiana de Imperia confirman que, con las condiciones adecuadas, las zonas rurales pueden convertirse en polos de emprendimiento. En estas regiones, la proporción de startups rurales supera ampliamente la media nacional si se compara con el peso de su población rural. Su éxito se basa en una combinación de factores locales como el acceso a infraestructuras modernas, ecosistemas de apoyo, redes de colaboración y una sólida cultura de innovación. Estas experiencias demuestran que la innovación ya no depende tanto de la densidad urbana como de la calidad del entorno y la existencia de una estrategia local coherente.
La creación de nuevas empresas es uno de los indicadores más claros del dinamismo económico de un territorio. En 2022, las regiones urbanas de la Unión Europea registraron una media del 10,1% de nuevas firmas, con cifras que superaron el 15% en algunos polos urbanos de España y Malta, así como en las capitales de Finlandia, Estonia, Rumanía, Polonia y Francia. Las zonas rurales, aunque partían de una posición más modesta, lograron una media del 8,7% y varios territorios destacaron con resultados incluso mejores que muchas ciudades.
En Estonia, la región de Lääne-Eesti alcanzó una tasa de creación de empresas del 17%, y en Giurgiu, en Rumanía, llegó al 16,2%. En total, 59 regiones rurales de países como Estonia, Rumanía, Hungría, Croacia, Polonia y Finlandia registraron tasas de creación empresarial por encima de la media europea, situada en el 9,4%. En algunos países, como Hungría, Italia o Letonia, las zonas rurales lograron un rendimiento equiparable al de las áreas urbanas. Estos datos demuestran que el talento y el espíritu emprendedor están presentes en todas partes y que, cuando se dan las condiciones adecuadas, el medio rural puede ser tan competitivo como una gran ciudad.
Jämtland, la región que inspira a la Europa rural
Este informe también identifica a Jämtland, en el centro-norte de Suecia, como un caso ejemplar de éxito rural. Esta región, de baja densidad de población y tradicionalmente vinculada al sector forestal y al turismo, ha logrado un modelo de desarrollo basado en la innovación, la colaboración y la formación. En 2022, Jämtland registró la mayor proporción de empresas de alto crecimiento entre todas las regiones rurales europeas: un 21,2%, muy por encima de la media del 8,2% en áreas rurales y del 10,1% en áreas urbanas.
El concepto de empresa de alto crecimiento se refiere a aquellas firmas que aumentan su número de empleados en más de un 10% anual durante tres años consecutivos. Este indicador refleja no solo la capacidad de creación de empleo, sino la solidez del tejido empresarial y su potencial de expansión. En el caso de Jämtland, su éxito se atribuye a un ecosistema local dinámico que incluye una amplia red de espacios de trabajo colaborativo, clústeres empresariales activos, una fuerte cultura cooperativa y una apuesta decidida por la formación continua y las competencias digitales. Esta combinación de factores ha convertido a la región en un ejemplo de cómo la innovación puede prosperar incluso en entornos alejados de los grandes centros urbanos.
Las condiciones que impulsan la innovación rural
El documento indica que el éxito de las regiones rurales no depende solo de los recursos naturales o de la voluntad emprendedora de sus habitantes, sino de la existencia de un entorno favorable. Las políticas públicas con enfoque territorial, basadas en datos locales y diseñadas para aprovechar las fortalezas de cada región, son esenciales para estimular la innovación.
Uno de los factores clave es la formación. La creación de programas de capacitación adaptados a las necesidades económicas locales permite generar competencias que refuerzan la empleabilidad y la capacidad innovadora. A ello se suma la mejora del acceso a la financiación, tanto pública como privada, que sigue siendo un desafío para las pequeñas empresas rurales. La simplificación de los trámites administrativos y el uso de herramientas digitales de gobernanza también resultan fundamentales para facilitar la creación y gestión de negocios en el entorno rural.
Del mismo modo, según el informe, la mejora de las infraestructuras digitales y del transporte es una condición indispensable para conectar las zonas rurales con los mercados y las redes de conocimiento. La promoción de la cultura emprendedora y la educación en innovación desde edades tempranas contribuye a cambiar mentalidades y a fomentar la creación de nuevas empresas. Finalmente, la cooperación entre actores locales —empresas, universidades, administraciones y organizaciones sociales— fortalece los ecosistemas de innovación y facilita el intercambio de experiencias y aprendizajes.
El impulso del emprendimiento rural es una herramienta clave para reforzar la cohesión económica y social de Europa. Las pequeñas y medianas empresas, junto con las startups, representan el 99% del tejido empresarial europeo y son esenciales para la creación de empleo y la difusión de la innovación. La Comisión Europea ha puesto en marcha diversas iniciativas para aprovechar este potencial, entre ellas la Política de Cohesión, el Fondo Europeo de Desarrollo Regional y la Estrategia para las Pymes de una Europa sostenible y digital. También se enmarca en esta visión la Estrategia europea para startups y scaleups, orientada a facilitar el crecimiento y la internacionalización de las empresas emergentes.
En el contexto de la visión a largo plazo para las zonas rurales, la Comisión ha impulsado el Foro Europeo Startup Village, coordinado por el Centro Común de Investigación. Este foro busca recopilar evidencias sobre los patrones de innovación en el mundo rural, conectar a responsables políticos, emprendedores y comunidades locales, y promover acciones que refuercen el emprendimiento basado en el territorio.
Hacia un futuro más equilibrado y conectado
El nuevo impulso innovador del campo europeo está transformando la manera en que entendemos la relación entre territorio y progreso. Durante décadas, el medio rural ha sido visto como un espacio atrasado o dependiente del apoyo público. Hoy, gracias a la digitalización, las energías renovables y las nuevas formas de trabajo, se está convirtiendo en un entorno competitivo y atractivo. La mejora de la conectividad, el auge del teletrabajo y la descentralización de servicios tecnológicos están devolviendo protagonismo a muchas regiones que antes sufrían el aislamiento y la despoblación.
El informe concluye que el reto que afronta ahora Europa es consolidar esta tendencia. Para ello será fundamental mantener políticas coherentes, invertir en infraestructuras sostenibles y reforzar la cooperación entre el sector público y el privado. Si la innovación se distribuye de manera más equilibrada entre las ciudades y el campo, Europa no solo reducirá sus desigualdades territoriales, sino que también ganará en resiliencia y competitividad global. El campo europeo está mostrando que puede ser también un espacio de vanguardia tecnológica y empresarial.