La región metropolitana de Barcelona consigue situar la contaminación por partículas por debajo de los límites marcados por la Unión Europea.

La Oficina Técnica de Planes de Mejora de la Calidad del Aire del Departamento de Medio Ambiente y Vivienda de la Generalitat de Cataluña ha presentado ante la Comisión Rectora del Plan de Actuación el informe de seguimiento de las medidas del plan, cuyos datos provisionales del año 2010 indican que la contaminación por partículas (PM10) no supera los límites en ninguna de las estaciones de vigilancia de Barcelona ni de los 39 municipios restantes incluidos en las dos primeras coronas metropolitanas (zonas 1 y 2), decretadas de protección especial del ambiente atmosférico en el año 2006.

Con respecto al dióxido de nitrógeno, la tendencia general es el mantenimiento de los niveles respecto del año anterior, aunque por encima de los niveles máximos establecidos.

La Comisión Rectora del Plan de actuación, que ha de formular un nuevo Plan para dar cumplimiento a todas las exigencias de calidad del aire de la Unión Europea, está revisando el conjunto de medidas vigentes para decidir si cabe hacer modificaciones.

Medidas en el ámbito del transporte terrestre

Se estima que entre el 40 y el 50% de las emisiones de partículas y NO2 en la región metropolitana de Barcelona son atribuibles a los vehículos de motor de combustión. El Plan preveía dos líneas de actuación en este ámbito: el incremento de la cuota de transporte sostenible y el aumento de la eficiencia de los diferentes modos de transporte.

En lo que se refiere a la gestión de la velocidad de circulación, sólo en las vías rápidas de la zona 1 o primera corona, donde se ha aplicado la limitación de velocidad a 80 km/h, la reducción de emisiones es de un 11% de dióxido de nitrógeno y de partículas PM10, descontado el factor crisis. El Servicio Catalán de Tránsito puso en funcionamiento, en enero de 2009, el sistema de gestión variable de la velocidad a 19,4 quilómetros de la C-31, o autovía de Castelldefels, y 14,3 quilómetros de la C-32, o autopista del Garraf. Según la evaluación de la UPC, el beneficio de este sistema es de una reducción de emisiones del 11% de NO2 y PM10.

En total, la medida sobre la gestión de la velocidad de circulación ha ahorrado la emisión de unas 450 toneladas anuales de NO2 y unas 32 toneladas anuales de PM10. Esta reducción de contaminantes equivale a la que es produciría si se retirasen de las carreteras unos 22.100 vehículos cada día.

Hay que tener en cuenta que la mejora de la calidad del aire ha sido más evidente en las áreas más próximas a les vías, donde la salud de 1,3 millones de personas ha resultado directamente beneficiada por la medida.

Además de esto, los beneficios asociados directamente a la medida son diversos. La disminución de la velocidad máxima de circulación, junto con la reducción de la congestión, ha comportado una disminución del consumo de gasolina de 31,6 toneladas diarias, y de gasoil de 34,9 toneladas diarias. Esto ha supuesto la reducción de más de 24.000 toneladas anuales de combustible (el 4,3% del que es consumido en toda la primera corona) y un ahorro anual de más de 30 millones de euros (calculados sobre precios oficiales de Ministerio de Industria para el año 2009 y para la provincia de Barcelona). Además, se han dejado de emitir más de 76.000 toneladas de CO2, principal responsable del calentamiento global del planeta.

La reducción estimada del ruido en las áreas próximas a las vías rápidas ha sido de entre 2 y 3 decibelios, lo que ha comportado una reducción evidente de las molestias para los residentes de estas áreas.

Finalmente, y según los datos del Servicio Catalán de Tránsito, ha habido una reducción de la siniestralidad en las vías rápidas donde se ha limitado la velocidad a 80 km/h. Comparando los datos del 2009 con los del 2007, se constata una reducción del 50% en las víctimas mortales, del 42% de los heridos graves y del 16% del número de accidentes.

En el ámbito del transporte terrestre, también destaca la aprobación del Plan Director de Movilidad de la Región Metropolitana de Barcelona, que durante el periodo 2006-2008 ha provocado una reducción de 216 toneladas anuales de partículas PM10 y de 3.479 toneladas anuales de NO2, en base al informe de seguimiento del Plan.

Cabe además destacar los proyectos de Tansportes Metropolitanos de Barcelona para sustituir los vehículos antiguos por otros a gas natural, con una reducción de emisiones de 228,13 toneladas de NO2 y 11,16 toneladas de PM10 y el montaje de filtros para reducir 199,17 toneladas de NO2 y 7,33 toneladas de PM10.

 
 
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