Melilla alberga el sistema de Endesa de reutilización de baterías de coches eléctricos para almacenar energía

Este sistema de almacenamiento energético, con 4 MW de potencia y 1,7MWh de energía almacenada se instalará en Melilla y contribuirá a dar respaldo y seguridad al suministro de la ciudad autónoma, que dispone de un sistema aislado energéticamente.

Endesa ha puesto en marcha en Melilla el desarrollo de un sistema de reutilización a gran escala de baterías de coches eléctricos de segunda vida. La solución, basada en el agrupamiento de más de noventa baterías interconectadas y con electrónica de control de potencia instalada, tendrá una potencia de hasta 4 MW, con una energía máxima almacenada de 1,7 MWh.

Este sistema de almacenamiento energético, con 4 MW de potencia y 1,7MWh de energía almacenada se instalará en Melilla y contribuirá a dar respaldo y seguridad al suministro de la ciudad autónoma, que dispone de un sistema aislado energéticamente.

El sistema de almacenamiento se ubicará en la central térmica de Endesa en Melilla, una ciudad en la que, al ser un sistema eléctrico aislado de la red eléctrica (como una isla), son clave las actuaciones para mejorar y garantizar la seguridad de suministro.

La solución podría garantizar el suministro energético de la ciudad autónoma, que cuenta con 86.120 habitantes, durante 15 minutos o, incluso, mayor tiempo si se aplican cargas inferiores a 4 MW. Además, el nuevo proyecto de Endesa representa una alternativa más económica a las baterías de almacenamiento de potencia estacionaria y, sobre todo, una aplicación más sostenible, ya que reutiliza baterías usadas previamente en coches eléctricos, dando así una segunda vida a las baterías y solucionando su reciclaje.

Aumento de coches eléctricos y reducción del coste de las baterías

El proyecto, que se halla en fase de validación tecnológica y de evaluación de viabilidad económica, estará preparado tecnológicamente para su puesta en marcha antes del próximo verano y constituye un claro ejemplo de economía circular.

Por un lado, contribuirá de manera significativa a solucionar los desequilibrios de pérdida de generación en el sistema eléctrico y a la mejora de la calidad de suministro. Por otro, alargará la vida de las baterías ya gastadas que se hayan usado en vehículos eléctricos con una media de vida de unos seis años, dependiendo de su uso.

Dadas las previsiones de que se produzca un fuerte aumento de la flota de automoción electrificada en los próximos años, se espera tanto un incremento de la oferta como una reducción significativa del coste de las baterías de “segunda vida”.

 
 
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